Rafael Elizondo
Fotografía: Álvaro Pomares |
La vida del joven París
Guel Levi
Allá por los años treinta del siglo doce, existió el joven París,
su vida, la historia así la describe:
Cuando joven cruzó el desierto,
más tarde tomó el camino a la ciudad de los cuentos,
en el camino se podían apreciar
grandes árboles con grandes sombras,
también, un río de agua transparente
donde familias desnudas se bañaban siempre.
Más adelante llegó a un valle donde encontró una copa de oro,
una copa llena de un líquido extraño,
un líquido de intenso color y sabor
que nadie jamás había probado,
una vez que lo probó, lo bebió todo,
luego se marchó con la copa guardándola en un estuche de cuero,
en un estuche impregnado con perfumes de nardo.
Más tarde llegó al bosque,
en él escuchó todo tipo de ruiseñores y aves de trino,
al llegar al lago,
en el centro de éste encendió una fogata,
al caminar sobre el agua, ya cansado,
se quedó dormido sobre su agua tibia,
sobre las olas que lo arrullaron,
se quedó dormido a la luz del Sol, a la luz de sus rayos.
Ya era tarde del día cuando prosiguió su camino,
por un sendero subió a la cumbre de una montaña,
ahí encontró un árbol azul del que cortó y comió una manzana
quedando por siempre dormido,
dormido en cuerpo, espíritu y alma.
Allá, aún está París soñando que es rey de los reinos del manzano,
soñando que es rey, que su castillo es un viejo y glorioso árbol.
Fotografía: Álvaro Pomares |
Ramirito de mi Corazón
Martha Rojas
Fuiste un fugaz encanto,
fuiste un muy intenso amor,
fuiste un hermoso gato,
Ramirito de mi corazón.
Tu hermosa actitud de vida,
¡fue esa mi gran lección!
Siempre brilló tu esencia,
siempre entregaste amor.
Te amarémos hoy y siempre,
mi adorado corazón,
te amaremos hoy y siempre,
Ramirito mi adoración.
Despliega ya tus alitas,
angelito de mi amor,
te amaremos para siempre,
Ramirito de mi corazón.
Fotografía: Álvaro Pomares |
El Poder de Decidir
Lobo Alado
Antes pensaba que por ti yo era, que por ti vivía, por ti
amaba, y que de vez en cuando, por ti lloraba; pero ahora me doy cuenta de que
nunca fuiste tú, y siempre fui yo.
Fui yo el que por ti era... pero por el simple hecho de que siempre he querido ser en el amor, sólo que en ese momento, éste llevaba tu nombre.
Era yo quien por ti vivía... ya que casi siempre, me he esforzado por disfrutar cada segundo que tengo en el amor, sólo que en ese momento, eran tus manos las que sujetaba.
Así que ahora lo entiendo, que en todo este tiempo, no eras tú quien me hacía sentir, quién me hacía vivir, quién me hacía llorar... Sino que fui yo, quién tuvo el poder de decidir: con quién era, vivía, amaba, y lloraba.
Fotografía Álvaro Pomares |
Entre realidad y pesadilla
Julio Pérez
Rodríguez
Su
semblante refleja miedo
su
cuerpo lánguido se tensiona,
ante
un puño en alto
que
lo golpea y aprisiona.
Es
un niño más no deseado,
un
pedacito de carne y sentimiento,
producto
de un amor sin cimiento
uno
más que será maltratado.
Sueña
con las caricias
que
puedan brindarle,
en
algún día no muy lejano
lleguen
en verdad a amarle.
Castigo
recibe sin cesar
encerrado
en su cuarto
se
arrodilla angustiado a rezar
para
que su sufrimiento acabe.
Su
ser comienza a temblar
al
escuchar la llegada de su verdugo
de
nada le sirve protestar
sometido
es nuevamente a su yugo.
El
llanto no puede reprimir
en
el mundo está solo
ni
un beso espera recibir
experimenta
en silencio su dolo.
Abrazado
a su muñeco ahora dormido
el
pulgar prendido a su boca
su
mente pone descansar
mientras
su corazón se convierte en roca.
Una
pesadilla repentinamente lo despierta
en
la que propios y extraños lo martirizan,
no
hay quien presto lo vaya a consolar
el
sueño y la realidad lo atemorizan.
¿Hasta
cuándo podrán resistir
su
cuerpo y espíritu infantiles,
esta
vida que suele consistir
en
traumas y tormentos tan viles?
Héctor Rivas
Espectro del corazón
sobreviviendo del ayer
negado al alba
melancolía sin fin.
El color del pasado
suave agridulce
quiebra el presente
drena el futuro.
Luna no me acaricies
que se inunda mi mente
y se nubla mi vida
y ya no puedo más.
Porque ha llegado el momento
de seguir sin tu luz
enfrentar en la oscuridad
lo que queda de mí.
Y ceder el pasado
morir con él
y en una brisa del presente
Renacer.
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