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Un poema del Profr. José Santos Valdés



Te juro bienamada

Profr. José Santos Valdés


1

Tú me diste un saber que llevo dentro...

como semilla que en la tierra fructifica. 

Tú me diste, también, 

¡Oh, madre escuela! 

un rumbo claro

y un camino limpio, 

y por ellos mi vida 

se irá dando 

el saber y la alegría

y la ley y el amor 

por lo que eleva,

y dignifica la vida

engrandeciéndola.

No lloro en el momento en que te dejo; 

me conmueve saber que en esta hora,

me despido de ti

que tal vez nunca 

vuelva a mirarte, ni a sentir 

el amparo de tus aulas y tu techo

que las risas y los cantos y la sabia protección 

de tus maestros,

no estarán ya

para inundar mi vida.

y guardarla de peligros y acechanzas. 

 

 

2

Todo es verdad: 

pero te llevo siempre 

en mí escondida 

y saldrás a la luz a toda hora

y nunca, mientras viva,

te has de apartar de mi memoria

y guardarla de peligros y acechanzas. 

Donde quiera que vaya, 

tú has de ir porque soy

la prolongación de tu grandeza

no saldrá de mis labios una frase

ni en mi corazón habrá latidos

ni tonos en mi voz que tú no inspires.

¡No podrán crecer mis pensamientos 

sin que en todo cuanto diga o haga

en todo lo que sufra o goce, 

en todo lo que gane o pierda,

estés tú, mi escuela bienamada!

 

 

3

Ya no estaré aquí para mirarte

y embriagarme en la dicha de otras almas

y sufrir y luchar con mis hermanos;

pero al darme a los niños de mi México

allí estarás tú. 

Y la Normal Rural que me tomara niño

sacándome del pueblo —pues estaba

en lo más profundo de su entraña—

hoy me dice que es hora de partir 

hacia la lucha;

que es hora de ir por los senderos

donde se alzan,

de los hombres, 

las ansias centenarias…

 

 

4

y te juro, madre escuela

que no saldrá de mis labios una frase

que no lleve, 

rotundo, 

el sello de tu esencia.

Que en mi corazón no habrá latidos, 

que no sean la vibración de tus ideales. 

Que los tonos de mi voz,

irán regando la justa aspiración de tus acentos

y en mi mente sencilla 

—de escolar simpleza—

sólo tú, escuela bienamada, 

podrás engendrar y hacer crecer 

mis pensamientos. 

Te juro, madre escuela, 

que desde hoy mi vida queda 

consagrada, 

para seguir la justa ley de tus mandatos, 

para seguir la justa ley de tu enseñanza.

 

 

5

Madre escuela: 

Te consagro desde hoy mi vida entera 

y te la doy, porque supiste 

comprenderme como a hijo de mi pueblo,

como a hijo de lo más profundo de su entraña. 

Te consagro mi vida 

porque hiciste 

con la clara luz de tu enseñanza, 

que aprendiera a querer,

con pasión reconcentrada,

justicia para el pueblo 

con la paz, con el pan,

la cultura y el trabajo.

Te consagro mi vida

y donde quiera que mi ser aliente, 

allí estarás tú,

dándome la luz de tu doctrina

para que vaya sembrando la simiente.

Que en la niñez se volverá,

algún día,

acción clarividente

y decidida, 

que permita que mañana,

escuela bienamada, 

México se llene con las risas, 

con los cantos 

y el trabajo de tus hijos.

Te consagro mi vida

y desde cualquier rincón 

de mi Patria y de mi mundo, 

señalando estará mi corazón, 

tu solo nombre para darme el rumbo; 

tu solo nombre para hacerme fuerte; 

¡Tu solo nombre para que, con entereza 

mi voluntad salga triunfante 

contra todos los vaivenes de la suerte...!

 

 

San Marcos, Zacatecas. Junio de 1954

 

  

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