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Mostrando entradas de mayo, 2020

La televisión mexicana en tiempos del coronavirus (Miguel Morales Aguilar)

La depredación no tiene límites. El televisor es el depredador que se ha metido en los hogares de cada familia mexicana. Devora parejo, empezando por las cabezas de los niños y de las amas de casa. Luego mastica sus mentes y escupe las astillas. Es que le hemos dado permiso de vivir entre nosotros. No es más grande que un gato montés, pero ataca como un guepardo o un lobo. Detrás de la pantalla respira un animal carnívoro. Escucha su gruñido. Basta apretar un botón del control remoto para que se eche encima. Siente sus colmillos. Cómo te asfixia con su mordedura, mientras sutilmente te desangras cuando te envuelve con sus fauces, sus garras. Es que el televisor permite esta analogía con un animal depredador. Es como si tuviéramos una víbora de cascabel viviendo con nosotros. Despertamos encendiendo la tele, nos arrullamos con la tele. El televisor nos dice qué pensar, qué vestir, cuándo emborracharnos, a quién elegir electoralmente. Lo que me sorprende es que ahora ante la pandemia por

Volver al origen (Erald Aguilar)

El papel social del maestro se ha transformado a lo largo de la historia de nuestro país. Hoy es un día diferente de celebración del día del maestro. Un día de reflexión sobre nuestra práctica. Caminemos algunos años atrás para recordar a dos maestros emblemáticos del magisterio mexicano. El primer maestro que me gustaría recordar es a José Othón Salazar, quien luchó por la democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). El 3 de julio de 1956, el profesor José Othón Salazar asaltó con la palabra un mitin convocado por la dirigencia de la Sección 9 del SNTE en la CDMX, en donde los oradores estaban controlados y el mensaje era de calmar a las bases, ya que los dirigentes habían negociado con el gobierno dejar de lado las demandas de su pliego petitorio. Othón Salazar pronunció un potente discurso en donde demostró gran habilidad para la oratoria. Una frase de aquella disertación que salió de lo más profundo de sus principios fue: “Hasta hoy, ustedes