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Crónica de una protesta pacífica y genuina (Mauricio Lamas)

Fotografía por Alan Lamas

Eran las 18:25 horas y ya estaban allí. Habían acudido a la cita desde temprano. Unas llegaban en taxi otras bajaban de vehículos particulares vistiendo de negro con morado, unas más llegaban caminando, hasta esta esquina conocida en Matamoros como el crucero del Ciane. Jovencitas acompañadas de sus mamás, jóvenes llegando en grupo, adolescentes que aún terminaban de escribir consignas en sus pancartas, señores protegiendo a lo lejos a sus hijas, nietas o sobrinas, camarógrafos de la localidad, camionetas de la policía municipal y prensa regional. Desde una camioneta oscura con bocina, alguien intentaba organizar a aquel germen social, que minutos después se convertiría en una multitud. Faltando cinco minutos, para la hora pactada ya desde la noche anterior. Pacto iniciado por una chica que escribió desde su perfil de Facebook, a las 10:05 de la noche del jueves 10 de junio: “Unámonos y hagamos una marcha aquí en Matamoros, ¡para pedir justicia por el feminicidio de Ivonne!” Esta frase se cristalizaría en un clamor, que como reguero de pólvora se esparció por las redes sociales; texto por texto, “like por like” y de boca en boca, hasta concretar la hora y el lugar; como un pacto solidario contra el feminicidio.

Las 7 pm fue la hora pactada, se saldría del Ciane y se marcharía hasta la Presidencia. Faltando cinco minutos para las siete, ya la multitud no esperaría a nadie más; quienes faltaban se irían sumando a lo largo de la marcha. Al grito de; “¡Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!” la marcha arrancó como una sola voz, pero con muchos tonos y matices. Las pancartas en alto señalaban la angustia de ser mujer y ser joven en esta comunidad, que hasta el día anterior había permanecido indiferente ante los ya muchos feminicidios ocurridos en nuestro municipio.

En la esquina de Niños Héroes y Cuauhtémoc una voz se separó del contingente y desgarrando el aire, gritó con todas sus fuerzas “¡Disculpen las molestias, pero nos están matando!”. Y fue justo allí en esa esquina donde en una manifestación del Partido Comunista Mexicano, en 1930, otra mujer matamorense; Martina Deras, clamando por justicia, fue asesinada por la Acordada y por el jefe policiaco Peña, en vísperas del reparto Agrario.


Fotografía por Esto es Matamoros

En los últimos años en Matamoros la lucha feminista había ya alzado la voz con esfuerzos de mujeres como Valeria López Luévanos, quien impulsó una página de denuncia contra el machismo y contra la violencia de género, en la que cientos de mujeres violentadas, dentro y fuera de la Comarca Lagunera, pudieron hacer público el nombre de sus agresores.

“No somos una, no somos diez, pinche gobierno cuéntanos bien” coreaba un grupo de muchachas y señoras. Y a pesar de eso, hubo medios de comunicación que no contaron bien. Un diario de Torreón decía 500 personas en la marcha; pero una multitud, desde el Little Caesars hasta el Cinépolis no pudo ser de 500 personas.


Fotografía por Esto es Matamoros


La sociedad matamorense dio muestras de gran respeto hacia las y los manifestantes, entregándoles agua, sonando su claxon, o uniendo con ellas, los latidos de su corazón; dejando ver miradas humedecidas por la compasión, la impotencia y la rabia. La indignación ante el terrible feminicidio de Ilse Ivonne y ante el presentimiento de que tal vez no se hará justicia.

La multitud llegó a la plaza principal, gritando sus consignas frente a la Presidencia Municipal. En el mitin, la tensión rasgaba el aire denso y caliente de ese día 11 de junio. Muchas pancartas de colores fueron pegadas en los cristales transparentes de la Presidencia. Hablaron algunas jovencitas, habló Valeria López Luévanos, señalando la indignación que embarga al municipio de Matamoros y condenando el feminicidio de Ilse Ivonne.


Fotografía por Milenio


Como una sola voz, las consignas de un creciente movimiento feminista se escuchaban. Un proyectil fue arrojado por un muchacho y la gente se replegó con el sonido del impacto que, dicho sea de paso, no causó daño alguno a los cristales.

Pudimos ver en muchos rostros y voces un solo rostro y una sola voz; la de la indignación y el clamor de justicia para Ilse Ivonne. Y con esto quizá solo quede la certeza de que las mujeres de Matamoros ya no están dispuestas a permitir un feminicidio más, ni una sola injusticia más. 


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