"Desde temprana hora del día 29, empezó “La acordada” a dar
vueltas vigilando la población, desarmando a todo el que encontraban armas, al
que además pelaban. A eso de las nueve horas de la mañana comenzaron a llegar
los compañeros de los ranchos y la comisión organizadora de la manifestación
avisa a la Inspección de policía que la manifestación iba a salir. La
Inspección contesta que no hay permiso y que hay orden superior para impedir la
manifestación. Los trabajadores discuten si la manifestación sale o no,
aprobando la mayoría que salga. Como a las 5 de la tarde salimos del salón un
corto número de compañeros; pero a medida que avanzábamos se nos juntaba más y
más gente. Cuando llegamos al cruzamiento de la Av. Cuauhtémoc y la C De
Matamoros (Hoy Calle Niños Héroes)
lugar céntrico, ya éramos muchos. En ese lugar explicó el compañero Felipe Zárate
el motivo de la manifestación defendiendo el derecho de manifestar nuestras
ideas, ya abordaba el tema de la represión gubernamental cuando por el rumbo de
oriente de la avenida llegaba la montada al mando de Aniceto Sifuentes. El
orador dice entonces que aquellos hombres montados y carabina en mano, no son
nuestros enemigos, sino que, empujados por el hambre se han hecho servidores de
la injusticia social y, por tanto, no dispararán contra sus hermanos
hambrientos. Entonces llega Sifuentes hasta el orador, pero sin que ninguno de
los suyos lo siga y pide el permiso por escrito para la manifestación. El
compañero le entrega el oficio de la Inspección negando el permiso.
Fotografía: Tina Modotti, precursora del fotoperiodsmo |
Entonces Sifuentes saca su sable y hecha su caballo sobre
la multitud que lo desmonta y lo patea, lo apedrea y lo deja tirado. Cuando ven
esto los subalternos de Sifuentes empiezan a disparar sus armas al aire oyendo
tras del primer disparo, la voz de Atanasio Adame que grita “Viva el partido
comunista”, grito que fue seguido de una lluvia de balas del otro lado y
pedradas del nuestro. Los compañeros empezaron a caer. En ese momento de donde
más bajas hubo sale rumbo al sur tratando de llegar a la plaza de armas, pero
no habíamos andado mucho cuando nos encontramos las balas de la defensa y de la
policía de a pie y caen más compañeros heridos y muertos. El verdugo Peña llega
pistola en mano hasta un montón de seis compañeros moribundos, preguntando por
algunos de los allí tirados, una voz le contesto; allí están todos. Peña
registró los cuerpos de los muertos y heridos. En ese momento es cuando mata a
la compañera Martina Deras, que se encontraba abrazada de Macario mal herido.
Entonces Andrés Núñez trata de levantarse y de reconvenir a Peña por su mal
proceder, pero, este le dispara dándole muerte. Sigue Peña la revisión de los
heridos, se encuentra con Negrete le dispara un tiro en la cabeza, pero la
puntería es desviada y el compañero cae fingiéndose muerto. Sigue Peña la
revisión y se encuentra con el compañero Zeferino Reyes, sentado y herido de
gravedad, y ordena a los suyos que le disparen y nuevas balas atraviesan a
nuestro compañero dejándolo muerto. Peña le da el tiro de gracia. Bien
revisados todos los heridos preguntando varias veces por el compañero Felipe
Zarate, luego Peña se dirige al teléfono para dar cuenta de su fechoría al
Cuartel General. Al regreso de Peña los esbirros encuentran al compañero Felipe
Zarate y le asestan un golpe en la cabeza con intenciones de ultimarlo. El
compañero pierde el sentido y cuando vuelve en él, oye como Peña y un burguesillo
lamentan mucho que aún viva. Luego llega la autoridad civil a levantar el acta
de rigor. Numerosos compañeros son encarcelados e intervienen la Jefatura de
Operaciones Militares".
Fuentes de consulta: Periódico
“El machete” órgano informativo del Partido Comunista de México que en la
página 2 de su edición del 10 de septiembre de 1931 publicó esta versión dada
por un testigo presencial de los hechos. Otra fuente Texto del Profesor
Humberto Luna Ibarra para la celebración de los 80 años de vida de nuestra
Ciudad de Matamoros Coahuila.
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