La palabra escuchar
contiene las
mismas letras que la palabra silencio
Alfred Bendel, pianista y escritor austriaco
Todos nos hemos hallado en alguna conversación donde nuestro interlocutor monopoliza el uso de la palabra, no nos permite hablar o nos interrumpe de manera constante cuando lo hacemos. Incluso en los ámbitos profesionales, donde debiera existir por principio mayor formalidad en los intercambios orales, hay quienes incurren en toda clase de desatenciones y faltas de respeto hacia los demás. Decimos, sobre estas personas, que no saben escuchar.
En este
sentido, es frecuente ver cómo en programas radiofónicos o televisivos, cuando asiste
algún experto con el fin de analizar un tema en boga, el anfitrión no le permita
siquiera culminar sus intervenciones o busque debatir en lugar de hacer
silencio, escuchar y dialogar, lo cual sería, por supuesto, mucho más
enriquecedor para el radioescucha o televidente. Se podrían citar múltiples ejemplos
similares.
Por eso es
muy valioso lo que escribió Carlos Núñez Hurtado, educador popular jalisciense,
en el prólogo al libro Pedagogía de la
esperanza, respecto al silencio en que se hallaba Paulo Freire durante una
reunión. No participaba en las discusiones, no opinaba, no intervenía. Cuando
alguien le preguntó por qué estaba tan callado, el respondió que se hallaba en
un profundo silencio activo. ¿Silencio activo? Y explicó:
Cuando (…) estaba en Guinea haciendo un
trabajo con los campesinos, en un taller cuyo tema era el de la salud, había un
viejito que estaba siempre callado. No participaba en ninguna de las dinámicas
que ponían los coordinadores en las mesas; estuvo en una esquina, completamente
callado, sin participar, durante tres semanas. Pero un día, al final del
taller, le pidieron que identificara una "palabra generadora". Y se
para el viejito que nunca había hablado y dice: "Salud es liberación,
porque la salud se asocia con la liberación del hombre", etc. Hizo entonces
una larga y muy clara exposición analítica de todo lo que se había venido
tratando durante esas semanas. Entonces todo el mundo le dice: "Oiga, pero
usted no había hablado, pensábamos que era mudo; en todas las dinámicas no hizo
ruido, no participaba para nada". Él contestó: "No, yo estaba en
silencio, en un silencio activo".
El viejito y Freire, en su silencio activo, mostraron lo que los antiguos filósofos griegos enseñaban: que la escucha atenta no es solo un acto de cortesía, sino también una fuente inagotable de sabiduría. Pitágoras, por ejemplo, exhortaba a ejercitarse en el arte de escuchar para, después, poder hablar con inteligencia. Sócrates escuchaba para poder preguntar, y Zenón de Citio recordaba que la naturaleza, al dotarnos de dos oídos y sólo una boca, nos señalaba lo que tenía más valor. No cabe duda: La escucha atenta es una fuente de sabiduría. El silencio activo un acto que todos deberíamos ejercitar.
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