Autores: Sara Reyes Herrera / Néstor Manuel Trujano Molina
Enseñar no es transferir conocimiento,
sino crear las posibilidades para su producción
o su construcción.
Quien enseña aprende al enseñar
y quien enseña aprende a aprender.
Paulo Reglus
Neves Freire (1921-1997)
Recife,
Pernambuco Brasil
1. Tomando en cuenta que actualmente las clases en el poder profundizan
el despojo y la explotación de los trabajadores del mundo. Que organizan,
realizan y legitiman esta explotación a través de procesos ideológicos que se
trasmiten por medio de la enseñanza, la educación y la cultura. Que aquellos
que crearon el capitalismo han sumido a la humanidad en una noche de
explotación tan profunda que pone en riesgo la sustentabilidad de la vida en el
planeta. Que se han dado a la tarea de crear una supuesta normalidad de
progreso fundado en el abuso, la violencia y la depredación de todas las formas
de vida orgánica e inorgánica, como diría Freire, “una tarea alienante de la
realidad” (1).
Esta tarea alienante queda inscrita en las diversas formas de trasmisión
y penetración cultural y giran en torno a un poderoso aparato de propaganda. El
objetivo es ocultar y fragmentar la realidad y someternos, como dice Freire a
una “cultura del silencio”, una cultura de sometimiento, una cultura de
conformismo y naturalización de la explotación del hombre por el hombre. Por
tal razón, Buscar la realidad. Explicar la realidad. Nombrar la realidad es una
tarea muy importante en el pensamiento Freiriano según la cual “no existen
ignorantes ni sabios absolutos, de la misma forma que la cultura no puede estar
determinada a la pertenencia de una clase" (2), la cultura es una
construcción social e histórica de los seres humanos que lo mismo sirve para
someter que para liberar.
Freire descubre temprano, en Recife, 1962, la importancia de la acción
cultural: “Transformar el mundo a través de su trabajo, “decir” el mundo,
expresarlo y expresarse es propio de los seres humanos” póngase atención en la
siguiente expresión:
“la educación, cualquiera que sea el nivel en el que se dé, se hará tanto
más verdadera cuanto más estimule el desarrollo de esa necesidad radical de los
seres humanos, la de su expresividad” (3).
Siguiendo a José Martí quien decía en “nuestra América” (1891) “Con los
oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los
intereses y hábitos de los opresores”. Freire puso mayor atención a la acción
liberadora de la educación en la educación para adultos, pero nunca dejó de
pensar que el poder de la palabra puede ser adquirido desde edades tempranas en
las que el ser humano empieza a nombrar, sentir y pensar el mundo que lo rodea
desde sus condiciones sociales y naturales. Aprender a leer y escribir no puede
estar descontextualizado del contexto social e histórico que nos toca vivir. En
este sentido, el reto que tiene todo docente y toda persona que pretenda educar
es, resolver la problematización que representa el cómo otorgar la palabra al
niño/niña y jóvenes como parte de un proceso cultural que le permita interpretar
su realidad desde una perspectiva histórica, social y transformadora es decir,
mantener la búsqueda de la justa relación entre el conocimiento y las demandas
y necesidades patentes del país.
2. Es en el marco del proceso de reproducción del capital en el que se da
la mayor estafa capitalista: el trabajador, el obrero, el campesino, el pueblo
trabajador en general, dentro y fuera del país, producen la riqueza y el
capitalista se apropia de ella por mecanismos en los que establece los horarios
y el valor del trabajo, apropiándose con cinismo del trabajo excedente generado
por el trabajador y la escuela entre otras formas, medios y procedimientos se
encarga de naturalizar este proceso.
En este sentido la escuela, desde la lógica oficial, es un producto
equiparado a mercancía, que visto desde esta lógica capitalista, contiene en
esencia la reproducción de los mecanismos de control y la producción de mano de
obra. Parafraseando a Freire, La educación bancaria que se practica en las
escuelas desde la lógica del poder, usa palabras como depositar en,
capitalizar, trasmitir a, transferir a, esto conlleva una lógica de
reproducción del capital donde, si bien es cierto, el maestro de la escuela
pública no produce plusvalía como tal, al reproducir los mecanismos ideológicos
y culturales ordenados desde los centros de poder contribuye a la reafirmación
de la opresión y con ello, dentro de una currícula oculta y reducida a lo
elemental, a la perdida de la condición humana de los educandos. Los valores,
los conceptos y las categorías no se estructuran con una lógica
integral/integradora en los que el niño/niña/joven lo practique, como un hábito
liberador y humanizante, como un hábito en el que, el ejemplo y la acción
concreta refuerzan el poder de la palabra pasando de lo predeterminado a la
construcción de conocimiento. El proceso es tan sutil e imperceptible que las y
los educadores sólo se percatan que la noble tarea de educar consiste en
trasmitir conocimientos.
La base de la sociedad actual es la propiedad privada: el obrero sólo
tiene su fuerza de trabajo y el capitalista es el dueño los medios de
producción y se apropia violentamente del trabajo y de vida de los
trabajadores.
Marx consideraba que para develar la esencia de la relación trabajo
asalariado-capital; es necesario llegar a la esencia de la propiedad privada.
Freire, como otros latinomericanos que reconocen sus raíces culturales, estudia
a Marx como el físico estudia a Newton y Einstein o el biólogo a Pasteur; desde
una perspectiva epistémica. Estudia a Marx como un investigador de las teorías
y doctrinas sociales y del sistema capitalista, reconociendo los errores que
Engels y él cometieron en su apreciación en torno a la situación de
latinoamérica pero dando valor al acervo cultural y científico que estos
grandes investigadores aportaron a la humanidad.
En este sentido Freire nos sugiere para quien pretenda conocer la
realidad primero es necesario alejarse del subjetivismo y del objetivismo
mecanicista y segundo, por un lado tener un instrumento teórico para operar el
conocimiento de la realidad y por el otro, reconocer los mecanismos para
nombrar la realidad de acuerdo con los descubrimientos que el sujeto vaya
realizando, es decir mantener permanentemente una actitud epistémica. A este
proceso lo llamó en 1973, “movimiento dialéctico.” (4). Este re-conocimiento de
la dialéctica le permitirá a Freire y su obra, una constante re-creación y una
permanente construcción.
3. El liberalismo es la ideología del capitalismo entendida como sustento
teórico que justifica la explotación del hombre por el hombre dentro de un
orden natural, dentro de un orden de derecho, por supuesto que este derecho se
refiere al derecho a la propiedad privada y en particular a la propiedad de los
medios de producción, esta es la piedra angular que sostiene la ideología del
capitalismo, es concepto, categoría, principio supremo y fundamento normativo.
Concepto en tanto se define como imperio del estado de derecho; Categoría
en tanto todos los demás conceptos están supeditados a él, sea libertad,
igualdad, seguridad, salud, trabajo, cultura etc. Principio supremo y
fundamento normativo porque no interesa la libertad del hombre como
eufemísticamente se nos quiere hacer creer sino que, lo que realmente importa
es la libertad de empresa y de libre competencia, de adquisición, control y
propiedad los medios de producción. En torno a este constructo, hoy neoliberal,
se construyen las orientaciones en educación y cultura, entre otras acciones y,
aparecen veladamente en planes y programas educativos de diversos niveles.
Según Marx, en sus manuscritos económicos y filosóficos de 1844, en este
proceso “el trabajador es un ser despojado de todas sus características
humanas, es un ser espiritual y físicamente deshumanizado” (5). Coincidiendo
con Marx, Freire dirá “seres domesticados mediante una práctica educativa
manipuladora” (6).
Esta forma de racionalidad y forma de hacer socialmente siempre al
servicio del poder, es otro constructo histórico que llega hasta nuestros días,
reciclado una y otra vez, como un constructo civilizatorio, el objetivo es que
sigamos aceptando nuestra condición de explotados como una condición natural
propia del desarrollo de la humanidad. Millones de personas están atrapados en
este constructo racionalmente coherente porque además, tiene una base
ideológica y científica fuerte que estudia el desarrollo del comportamiento
humano y la evolución de nuestra capacidad de pensar; millones de pesos se
gastan para introducir esta ideología como una forma natural de nuestro
pensamiento, la educación no es ajena a esta estrategia.
En estos tiempos de pandemia, una de las preocupaciones de los centros de
poder es regresar lo más pronto posible a la normalidad, es decir, al
constructo donde se acepta, aunque se critique, como normal la violencia, la
explotación, el desempleo, la falta de salud, la migración, la deforestación,
en suma la explotación despiadada de los recursos humanos y naturales de
nuestro planeta. La vacunación contra el Virus del SARs Cov 2, no deja de ser
en parte una carrera por la normalización de las nuevas formas de explotación
que surgirán de los reacomodos del capitalismo para superar la crisis económica
producto de la agudización de la recesión agudizada por los tiempos de la
pandemia.
Muchos pensadores actuales, con una preparación consistente, creen, quizá
tendenciosamente, que su tarea científica, social y cultural es construir
supuestas categorías que tratan de explicar nuevas formas de construcción
social, cultural y educativa. Despreciando el materialismo dialéctico e
histórico regresan a un liberalismo neokantiano que justifica el idealismo
clerical, teológico y neopositivista que ubica la enseñanza de las ciencias
naturales y sociales como algo predeterminado. Esto retomado desde la SEP
definen los enfoques de la educación de planes programas y libros de texto que
por ahora, se aplican de manera vertical.
Así, dejando de lado el desarrollo histórico de esta ciencia, generan
confusión en torno a las tareas históricas de los trabajadores y la importancia
de sus procesos de educación, organización, trabajo y lucha. En este aspecto,
de plano Freire cita a Marx señalando “lo que he dicho y repito ahora es que el
partido revolucionario que se niega a aprender de las masas populares,
rompiendo así la unidad dialéctica entre enseñar y aprender, ya no es
revolucionario sino elitista. Olvida una advertencia fundamental de Marx en su
tercera tesis sobre Feuerbach: el propio educador necesita ser educado” (7).
4. La resistencia en sus diversas manifestaciones y aspectos adquiere de
entrada un valor que vale tomar en cuenta. No es nada más una actitud frente a,
sino que, conlleva en sí, y para sí, procesos políticos y sociales que le dan
razón, sentido e identidad en los que, el aspecto cultural, es un elemento
fundamental, dicho de manera simple y siguiendo a Freire, no es lo mismo leer
que no saber leer y un poco más allá, no es lo mismo leer bien, que leer bien e
interpretar analítica, crítica y dialécticamente la realidad actual e
histórica. Esto, define un espacio de lucha y organización que, por supuesto,
es parte de los espacios de lucha del movimiento popular. Erróneamente hay
quien descalifica la propuesta de Freire como una propuesta solamente para la
alfabetización de adultos y lo que Freire nos propone es una metodología
dialógica que nos permita explicar nuestra condición de oprimidos desde
donde el uso del poder de la palabra para construir un proceso de
organización y liberación cultural es profundamente emancipadora.
La dialogicidad es categoría y proceso de construcción de conocimiento
permanente. Es la forma en que Freire lleva la dialéctica a la pedagogía para
explicar los procesos educativos, culturales y sociales. Es el diálogo entre el
todo y sus partes. Es el diálogo entre la unidad y su lucha de contrarios. Es
el movimiento permanente. Es la relación integral e integradora entre conceptos
que nos lleva al pensamiento categorial. Es la relación entre lo positivo y lo
negativo. Es el constante cambio. Es la problematización entre lo constituido y
lo constituyente, entre el docente y el dicente, entre lo social y lo natural,
etc.; en resumen, parafraseando a Engels la dialogicidad y la dialéctica son
las herramientas pedagógicas del pensamiento humano que nos permiten desde una
perspectiva integral/integradora explicar el desarrollo de la construcción de
conocimiento desde una posición epistémica.
Sin embargo tenemos que reconocer que para acercar al niño y a la niña, a
los jóvenes adolescentes y adultos al conocimiento de la palabra a través del
acto de leer la realidad no es sencillo, requiere de entrada, reconocer que nos
encontramos frente a un proceso dialógico de la transformación personal y
colectiva que conlleva también la transformación del contexto según Freire
“leer es pronunciar el mundo, es el acto que permite al hombre y a la mujer
tomar distancia de su práctica (codificada y objetivada), para conocerla
críticamente, volviendo a ella para transformarla y transformarse a sí mismo” (8).
Siguiendo esta idea, comprender la importancia de la lectura y la
escritura como medio de emancipación y liberación nos lleva a cuestionar
nuestra práctica de enseñanza de la lectura como un acto instrumental de
repetición de palabras, sin observar que éstas, tienen un sentido y peso
histórico que explican la realidad concreta en que se desenvuelven niños/niñas
y jóvenes y en la que es posible que éstos identifiquen su contexto y los
procesos culturales y sociales que lo rodean. “Seria en verdad una actitud
ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación
que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en
forma crítica” (9).
Aprender a leer desde la metodología dialógica implica entonces leer el
medio y contexto y comprender la relación que existe entre el ser humano y su
realidad e identificar las posibilidades de
transformación-emancipación-liberación; (y cuidado que, la descripción
contextual se puede confundir con lectura contextual y análisis crítico).
Esta metodología se apoya en una didáctica problematizadora que cuestiona
el conocimiento preestablecido y se plantea desde lo epistémico cuestionar la
manipulación instrumental de los enfoques de la educación en nuestro país, en
concreto por ejemplo: la enseñanza por competencias y los aprendizajes
esperados o preestablecidos de acuerdo a una política educativa que define al
sujeto del futuro. Esta cosificación del proceso de construcción de
conocimiento, como señala Freire es una domesticación tanto del educador como
de los educandos, es renunciar a la construcción del presente potencial desde
una posición crítica de esta realidad para asumirnos como sujetos alienados sin
capacidad de transformación.
“la realidad sociohistórica contiene lo dado y lo potencial, ya sea como
posibilidad necesaria o como construcción viable; lo que obliga a distinguir
entre lo que es posible de determinarse teóricamente y lo que es determinar puntos
de acción de la realidad. Por consiguiente, la idea de la construcción, de
conformidad con la necesidad de lo nuevo en su posibilidad objetiva, plantea la
conjunción entre gnoseología y política.
Por ello, el pensamiento categorial enriquece las formas de organizar el
razonamiento, ya que incorpora una lógica que remite a la necesidad de
inclusión de lo delimitado, como momento, como una constelación histórica, que
es el contenido de lo que entendemos por conciencia histórico-cultural como
forma de pensar.
El núcleo del pensar categorial descansa en encontrar la organización
categorial capaz de estimular la expresión del pensamiento humano, lo que se
manifiesta en el predominio de la crítica sobre la razón teórica, del límite
abierto a lo nuevo sobre los contenidos cerrados y de los significantes sobre
los significados. En última instancia se trata de encontrar la forma de
pensar capaz de convertir el conocimiento en conciencia, en la perspectiva del
esfuerzo constante del hombre por enfrentarse con la realidad, en todo momento
y lugar, una razón que ensanche sus límites y que reafirme al hombre en su
capacidad protagónica de constructor de su realidad (10).
Freire nos dice, en la pedagogía del oprimido que “la educación es un
acto eminentemente político” en este sentido nos sitúa en el contexto histórico
que nos ha tocado vivir es decir, los tiempos del capitalismo en su fase
imperialista. Que a su vez son los tiempos de pandemia y de ajustes
estructurales. De violencia e inseguridad estructural.
Ahí hay un oprimido que por procesos culturales y educativos asume roles
de opresor, que reproduce la ideología burguesa o pequeño burguesa, dejando de
lado la capacidad liberadora del aprendizaje de leer en sí y para sí. No se
trata de discutir bajo cual método de enseñanza de la lectura el niño/niña,
joven o adulto aprende a leer más rápidamente, más allá en este proceso de
enseñanza aprendizaje se trata de que el niño/niña, joven o adulto nombre con
sus palabras el mundo que le rodea, palabras generadoras y problematizadoras
que disparan su capacidad de pensar tanto lo dado como lo posible de construir
y en el proceso, además de aprender a “leer” logre identificarse como ser en
maduración/transformación, dejando de lado propuestas de aprendizaje de la palabra
descontextualizada de la realidad concreta histórico social.
Esta posible realidad, la del México después del movimiento armado de
1910. La que estableció las bases para el desarrollo desbocado del capitalismo;
la que después de varias disputas internas por el control del estado define una
forma de hacer política y por tanto cultura y educación. Esta realidad tiene un
desarrollo histórico y social que incluso se puede describir y criticar como
una historia cronológica de sucesos, justos o injustos, que ocurrieron gracias
a la acción humana pero seamos cuidadosos para no estudiarla y nombrarla
descontextualizada de la lucha de clases y sus contradicciones sociales,
económicas y políticas.
5. En su metodología dialógica Freire nos propone la contextualización y
la organización no como un acto simplista fuera de todo orden, ciencia o
principio, al contrario son procesos tan complejos como posibles. Complejos por
la diversidad y multiplicidad de variantes y factores sociales, políticos y
económicos que intervienen dinámicamente en su desarrollo y posibles en tanto
son actividades realizadas por el ser humano.
Desde la pedagogía de la esperanza Freire nos propone explicar la
relación entre complejidad y posibilidad, esta idea la entendemos estrechamente
vinculada al desarrollo histórico, social y cultural de la lucha popular en
nuestro país y, desde la perspectiva del materialismo dialectico e histórico,
comprender que la importancia de leer contextualmente está estrechamente
vinculada a los procesos de liberación y transformación social.
La experiencia nos demuestra que la equidad y la justicia son bienes
sociales y colectivos que se construyen por mecanismos comunitarios de
organización y articulación social que requieren la acción concreta y
transformadora de una pedagogía que considere que vale la pena arriesgarse por
construir un mundo mejor, (Son nuestro presente potencial y continuidad
dialéctica de la lucha social y política).
Ojo no se trata de educar al pueblo sino de educarse con el pueblo, aquí
es donde coincide con otro gran educador latinoamericano, el profesor Lucio
Cabañas Barrientos, cuya frase “Ser pueblo, Hacer pueblo y Estar con el pueblo
resume la relación entre complejidad y posibilidad de una acción pedagógica
liberadora que Freire nos planteara desde la pedagogía de la esperanza. (María
Shirley, pedagoga brasileña, alumna de Paulo Freire realizó un trabajo de
investigación de la relación del trabajo del profesor Lucio Cabañas Barrientos
y la pedagogía freiriana llamado, “Lucio Cabañas Barrientos, Guerrillero y
educador” investigación auspiciada por la sección XIV de Guerrero y Sección
XVIII de Michoacán).
Complejo en tanto tenemos que desocultar nuestra condición de oprimidos,
romper con la cultura del silencio y mediante una acción educativa liberadora
nombrar nuestra realidad para transformarla, esta es quizá una tarea importante
e histórica de todos aquellos que luchan por construir una patria con equidad y
justicia. Este proceso requiere reconocer el contexto, identificar el papel
social y comunitario de la escuela y su acción educadora y libertaria y por
supuesto, actuar en consecuencia.
6. Freire reconoce la importancia del trabajo de Marx y Lenin, se
congratula de haber nacido unos años después del triunfo de la revolución de
Octubre (1921). Reconoce que las tesis del marxismo-leninismo son acertadas y
vigentes para continuar en la labor de desocultar las condiciones de
explotación que nos tocó vivir. Y afirma al igual que Lenin que “Sin teoría
revolucionaria, no hay práctica revolucionaria” (11). En este sentido, debemos
reconocer que Freire tenía claro que la teoría que no se recrea constantemente
se convierte en dogma y doctrina y en nada sirve para la enseñanza-apredizaje.
Toda su vida mantuvo una relación de diálogo (dialogicidad) entre práctica y
teoría/teoría y práctica. Por eso su obra, como él invitaba, no se puede leer
en uno de sus libros, ensayos o conferencias sino que debe ser una lectura
integral de sus planteamientos para comprender su aporte científico a la
pedagogía.
Nosotros diríamos siguiendo esta idea “Sin teoría pedagógica liberadora,
no hay práctica pedagógica emancipadora”.
Al lado de Amílcar Cabral, Freire, descubre y reafirma que el proceso de
liberación es un proceso eminentemente cultural y se suma al aporte que Amílcar
Cabral hace al marxismo al señalar que la lucha de clases no es el único motor
de la historia, sino uno de ellos. En la lucha de liberación de Guinea Bissau y
Cabo Verde en África comprende y aprende que el modo de producción es otro
motor de la historia y, ahí mismo, en ese proceso de liberación
revolucionario-educación del pueblo asciende a la estatura de los grandes
revolucionarios que se han planteado que la construcción de un mundo mejor
transita por la acción concreta y diversas formas de organización y lucha
popular, una de ellas es la educación popular que ya venía planteando desde la
pedagogía del oprimido.
7. Aún con la reforma educativa supuesta y formalmente derogada, el
desarrollo del capitalismo en nuestro país continúa. En esencia el enfoque de
las competencias en educación no ha cambiado. La escuela enajenante se
encuentra en pie y sin ningún rasguño. Diariamente se insiste que los maestros
acepten que hoy se trata de educar para la individualización y la exacerbación
de las competencias haciendo creer al individuo que él; es el dueño de su
suerte y, con el desarrollo de sus capacidades podrá resolver sus necesidades,
al final de este proceso encontramos miles de estudiantes de diversos niveles
enfrentando procesos de individualización en los que algunos lograrán resolver
en parte, su aspiración para la que fue formado desde preescolar hasta el ciclo
superior, pero al final de cuentas, este proceso de formación de la creación de
una especie de conciencia crítica, ajena a la emancipación, no cambia su
condición de alienación, opresión y domesticación.
Podemos decir como el Che; las batallas culturales que han iniciado las
educadoras y los educadores mexicanos desde hace décadas, desde la creación de
las casas del pueblo y las misiones culturales hasta la creación de la
Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), son sus pasos
por construir un mundo mejor, son parte de la larga marcha de la humanidad por
su real y definitiva liberación
8. Marx y Freire coinciden al explicar que el desarrollo del capitalismo
necesita de los trabajadores enajenados y domesticados, esta es una condición
de las leyes que rigen su continuidad, es decir, a la vez que establece las
condiciones de su reproducción, se otorga la garantía del control de todas las
ramas de la producción por los medios que crea y construye o pone a su alcance.
En el proceso a la vez crea una base cada vez más amplia de un ejército de
reserva en donde ubica a una gran cantidad de trabajadores dispuestos a
integrarse a la explotación debido a que se encuentran domesticados y acicateados
por la necesidad primaria de alimentarse y alimentar a su prole. “El régimen
capitalista lo encontramos establecido definitivamente en México, en sus rasgos
más puros, en los días que corren; moviéndose sobre sus propias bases, desde
principios del siglo pasado; y conquistando esas mismas bases por medio de la
acumulación originaria. (Concentración primitiva de la riqueza social en manos
de los capitalistas y despojo de los productores directos)” (12).
9. Por lo antes mencionado, mientras el sistema educativo no se plantee
la necesidad de que el que estudia pueda leer de manera crítica la condición en
la que aprende y que este aprendizaje le permita asumir una actitud
emancipadora de su condición social y cultural, los aprendizajes entonces, solo
reproducen mecánicamente un adiestramiento. Para revertir esta situación se
requiere un vasto trabajo de organización, formación y difusión con base en una
metodología de trabajo educativo que permita a los que nunca han tenido el
espacio para expresar sus demandas, a los que siempre han permanecido en medio
de una cultura del silencio, la construcción de esa posibilidad, no como algo
otorgado desde fuera, sino como el resultado de la comprensión de sus
condiciones de vida y trabajo, es decir un proceso esencialmente cultural y
generacional que otorgue a los trabajadores y a la comunidad educativa y social
la dirección de su proceso de emancipación. Esta es una tarea estratégica del
proceso de liberación que pasa por la democratización de nuestra patria y la democratización
de la educación. En este espacio la moneda está en el aire. Nosotros apostamos
como Freire, por la educación como una práctica liberante y liberadora.
10. Es aquí donde la propuesta de Paulo Freire, cerca de los 100 años de su nacimiento, tiene una frescura y vigencia inobjetable. Hoy se trata de aceptar el reto de acabar con la cultura del silencio. De transitar por el nombramiento dando la palabra a los educandos. De construir conocimientos desde una metodología dialógica y problematizadora. De construir conocimientos con la esperanza de que un mundo mejor es posible. De hacer a un lado las respuestas preestablecidas. De reconocer y reconocerse en los contextos para construir socialmente una currícula que resuelva los problemas de la comunidad. De entender la escuela como un espacio social, comunitario y cultural. De resignificar los procesos de construcción de conocimiento al servicio de la comunidad. De compartir los conocimientos desde una perspectiva histórica, pluricultural y multicultural. De hacer comunidad y comunalidad. En fin, se trata de nombrar desde la perspectiva de los oprimidos la necesidad de una educación liberadora siendo y haciendo pueblo en el trabajo de cada día.
______________________
1. Paulo Freire. La importancia de leer
y el proceso de liberación. Pág.33. Siglo veintiuno editores.
2. Paulo Freire. La importancia de leer
y el proceso de liberación. Pág. 14-15. Siglo veintiuno editores.
3. Paulo Freire. La importancia de leer
y el proceso de liberación. Pág. 54. Siglo veintiuno editores.
4. Paulo Freire. Pedagogía del oprimido.
Siglo veintiuno editores.
5. Robledo Esparza Gabriel. El derrumbe
del socialismo real. Concepto clásico de la explotación y depauperización del
proletariado. Cap. I. Estructura de los manuscritos económicos y filosóficos de
1844. Edición CESR. 1992, que nos refiere a los manuscriticos
económico-filosóficos de Carlos Marx. Ediciones de Cultura Popular, S.A. 1977.
6. Paulo Freire. Pedagogía del oprimido.
Siglo Veintiuno editores.
7. Paulo Freire. La importancia de leer
y el proceso de liberación. Pág. 37-38. Siglo Veintiuno editores.
8. Paulo Freire. La importancia de leer
y el proceso de liberación. Pág. 54-56. Siglo veintiuno editores.
9. Ibid. Pág. 70-71.
10. Hugo Zemelman Merino. Los horizontes
de la razón. II. Historia y necesidad de utopía. Pág. 115. ANTHROPOS. Editorial
del hombre.
11. Paulo Freire. Pedagogía del
oprimido. Siglo Veintiuno Editores.
12. Gabriel Robledo Esparza. Desarrollo
del capitalismo mexicano. Pág. 19 Edición del autor.
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