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Leer el mundo: lenguaje no verbal en la educación* (Erald Aguilar)


Caminaré por una senda escabrosa, así que andaré con cautela, alumbrando de vez en cuando las sombras sospechosas. Uno nunca sabe cuándo nos puede atacar un signo salvaje e incomprensible en esta selva. Me abriré camino. Ya tengo listo mi machete.

Al pensar en lenguaje no verbal, en lo primero que se piensa es en el lenguaje corporal: los gestos, movimientos, posturas de los sujetos: esas acciones de las cuales aseguramos que son el 60% de la comunicación del ser humano: ese lenguaje del que presumimos saber que nunca miente. Pero qué otros tipos de lenguaje no verbal existen. ¿Hay alguna ciencia que se encargue de su estudio y clasificación?

Antes de continuar por este terreno pantanoso, me detendré un poco en el lenguaje no verbal. En la década de los años cincuenta, investigadores estadounidenses como Ray L. Birdwhistell, Albert E. Scheflen, Paul Ekman, por mencionar algunos, dedicaron gran parte de su tiempo a desmenuzar el tema de la comunicación desde vertientes como la psicología, la psiquiatría, la sociología y la antropología, no obstante, fue Flora Davis, quien en 1971 rescata parte de las investigaciones de estos científicos y se concentra en indagar y definir el lenguaje no verbal.

Para Davis, las palabras son sólo el comienzo de la comunicación, pues detrás de ellas se encuentra el cimiento sobre el cual se construyen las relaciones humanas: el lenguaje no verbal. La investigadora fue una de las pioneras y máxima defensora del estudio del lenguaje no verbal. Al final de su obra, predice un futuro en el que se desconfiará de las palabras, donde la lectura del lenguaje no verbal nos servirá para obtener un nivel de conciencia que vaya más allá, sin embargo, también reflexiona sobre el otro lado de la moneda: ¿Llegará el día en que la gente emplee las técnicas de la comunicación no verbal para manejar a los demás?

Cuando Davis realizó su investigación, el estudio de la comunicación en Estados Unidos, tenía apenas 20 años y el tema no era considerado de rigor científico entre la comunidad de intelectuales de la época. Ahora que las investigaciones han cosechado más conocimiento sobre este tema, arrojaré la siguiente definición de lenguaje no verbal, como si fuera una miga de pan, para no perderme en este camino denso: El lenguaje no verbal es el proceso de comunicación en el que existe el envío y recepción de mensajes sin palabras, es decir, mediante indicios gestos y signos.

Mientras Flora Davis realizaba su investigación sobre el lenguaje no verbal en Estados Unidos, en Francia veía la luz por primera vez el libro La semiología, de Pierre Guiraud. Para el autor, la semiología es la ciencia que estudia los sistemas de signos: lenguas, códigos, señalizaciones, etcétera. El lingüista francés define el signo de una manera poética: Un signo es un estímulo –es decir una sustancia sensible– cuya imagen mental está asociada en nuestro espíritu a la imagen de otro estímulo…  Guiraud viene a complementar la visión que nos plantea Davis. La norteamericana se aventura más allá de las palabras: al lenguaje del cuerpo, mientras que el francés va más allá del cuerpo: hacia el lenguaje de los signos. Lo que estos dos estudios tienen en común es que se ubican en el campo del lenguaje no verbal.

Ya desenredada esta maraña el camino se bifurca y decido continuar por la senda Pierre Guiraud, quien divide su estudio en tres segmentos que están clasificados por códigos. Los códigos lógicos, los estéticos y los sociales (Los códigos son las formas convencionalizadas en las que grupos determinados de personas crean significados). El primer código se refiere a la interpretación objetiva del mundo y se rige por la razón. El segundo código corresponde a la subjetividad, a la percepción íntima de la realidad. En el código social, se mezclan los primeros, y se manifiestan dos visiones de la realidad, una objetiva, la otra subjetiva. Considero que en el código social se ubica el proceso de comunicación manifiesto en la educación.

 

Los códigos sociales en la educación

Como ya mencioné, los códigos son sistemas convencionales de comunicación, cuya función es transmitir ideas o experiencias: comunicar. En semiótica, los códigos son un conjunto de signos y símbolos que funcionan como herramientas para transmitir determinado mensaje.

A pesar de que los códigos lógicos y estéticos pueden funcionar socialmente, Pierre Guiraud, cataloga a lo social en una esfera aparte. En el siguiente segmento de este ensayo ponderaré sobre los signos y símbolos sociales que encontramos en el ámbito educativo. Exploraré mi pensamiento en torno a elementos cotidianos que en muchas ocasiones pasan desapercibidos por los sujetos relacionados con el sector educativo.

 

1. La lucha por la identidad

Los signos nos ayudan a identificarnos cultural y socialmente entre los individuos, entre grupos o comunidades. En base a esto trataré de discernir los signos de identidad manifiestos en la educación.

El nombre de las escuelas es el primer signo de identidad. Hay una lucha en el ser humano por adquirir significados que nos hagan sentir pertenencia. En nuestro país, hay, entre otros, dos subsistemas educativos llamados Secundarias Técnicas y Federales. Estas escuelas están numeradas, nombrándose, por ejemplo: Escuela Secundaria Técnica No. 75 o Escuela Secundaria Federal No. 2. Sin embargo, los actores de esas escuelas, en busca de identidad, les han agregado otro nombre, ya sea de personajes históricos, personajes emblemáticos de la comunidad o frases con las que se identifican. Así  es como nace, por ejemplo, la Escuela Secundaria Técnica 75 “Gustavo Díaz Ordaz”. El nombre de las escuelas nos habla mucho de la ideología y pensamiento de los actores de las escuelas.

Otro signo de identidad, es el escudo de las escuelas. Éstos tienen elementos gráficos que promueven un sentido de pertenencia a la escuela. La bandera mexicana en los actos cívicos tiene una función de promover el patriotismo y el nacionalismo. Aunque es reducido el número de escuelas que tienen un himno propio, éste es otro signo de identidad.

El uso de los uniformes en educación básica es otro signo de identidad. La vestimenta nos comunica la pertenencia a determinado grupo social, en este caso, un grupo institucional. No obstante hay resistencia por parte de los estudiantes de secundaria, quienes luchan por mantener su identidad, y tratan de diferenciarse con alguna pulsera, peinado, maquillaje, para romper con la uniformidad y hacer notar el grupo social al que son afines.

Por último, tomaré el riesgo de clasificar la calificación que se otorga en clase como otro signo de identidad, ya que de ésta depende si el alumno se ubica en el cuadro de honor o figura en la lista de alumnos que presentarán examen extraordinario. La calificación juega un rol social en los sujetos.

 

 2. Educación y cortesía

En este segmento relacionaré, a partir de la observación, los signos de cortesía, propuestos por Guiraud, con el ámbito educativo. En estos signos se encuentran reglas no escritas que son vitales para la interrelación de los sujetos y su comunicación.

En primer lugar, veremos que el tono de la voz nos comunica más que las palabras. Complementa el significado que el emisor transmite. Ayuda al receptor a leer el estado de ánimo del emisor, y también viceversa.

El saludo es otro signo de cortesía que es cotidiano en el sector educativo. Se presenta en tres modalidades: docente-docente, discente-discente y docente-discente. En el primer caso, se presenta con cierta formalidad. Varía según el carácter de cada docente y según la afinidad que existe entre los grupos políticos internos. En la segunda modalidad, es más informal y sutil. Se puede dar por sobreentendido con un movimiento aprobatorio con la cabeza. Inclusive, se manifiesta con violencia moderada en algunos casos. En el tercer variable, es más común que sea el docente quien inicia el saludo. Puede utilizar un saludo general al grupo para tener un pretexto de iniciar la clase.

Hay normas generales que aplican para las tres modalidades de saludo que identifico. Uno es la distancia, puede haber saludos a una distancia considerable, en donde, inclusive, se tenga que gritar para hacer que el otro te escuche y, por el contrario, se pueden manifestar a una distancia tan cercana como un abrazo. El distanciamiento en el saludo, no siempre significará que hay diferencias o conflictos entre los sujetos, ya que en ocasiones puede haber un saludo a distancia debido a las condiciones específicas del momento. También está el hecho de que aunque haya conflicto entre docentes, el saludo casi siempre se manifiesta por normas no escritas de cortesía.

Otra característica general que se presenta en este signo de cortesía, es que puede comunicarnos la personalidad o el estado de ánimo del sujeto. Para entender este signo, es necesario interpretar también lo escrito en el rostro, tono de voz y lenguaje verbal.

Otro modo de comunicación no verbal que comunica demasiado es la proxémica, y Guiraud la cataloga como un signo de cortesía, pero en ocasiones puede promover simbólicamente el autoritarismo. En el espacio áulico en secundaria es común ver que la parte en donde está el pintarrón y escritorio del docente, hay una plataforma que sobresale de lo recto del piso. Esta plataforma ubica a los docentes arriba de la altura en donde se están los mesabancos de los alumnos. En primera instancia podríamos inferir que el acomodo del espacio es para que los jóvenes tengan mejor visibilidad, pero simbólicamente, este signo le proporciona autoridad al docente. En algunas universidades se manifiesta el caso contrario, en donde las filas de sillas de los alumnos están acomodadas de forma ascendente, y el espacio en donde se ubica el profesor queda en la parte más baja. Esto simboliza el poder para los alumnos.

 

3. Los códigos: protocolos y ritos en educación

En el sector educativo, se presentan dos códigos con mayor frecuencia. Hay que recordar que los códigos se conforman por un sistema de signos, y en las escuelas hay protocolo desde la organización jerárquica (director, subdirector, docentes, servicios educativos complementarios, intendentes). Esta estructura nos comunica atribuciones y relaciones de autoridad y subordinación entre los sujetos.

Otro protocolo demasiado cotidiano se presenta. Basta con observar a la hora de entrada el departamento de prefectura en la entrada revisando que los alumnos asistan con el uniforme según lo señalen los reglamentos internos de la escuela. En este momento los signos de comunicación tanto verbales como no verbales son hostiles: una lucha entre alumnos y autoridad (ya sean maestros o prefectos).

La realización del acto cívico es un rito en el que toda la comunidad educativa se organiza para comunicar solemnidad, patriotismo y respeto hacia los símbolos patrios como la bandera y el himno nacional. Por lo tanto, hasta este momento, se ha identificado que en la escuela hay infinidad de códigos compuestos por signos y símbolos que nos comunican más de lo que parece. ¿Pero de dónde emanan estos mensajes? ¿Son propios de la escuela o de un sistema a parte?


Códigos sociales: lo político de la educación

El sujeto está inmerso en la sociedad y en determinado régimen político. Si entendemos a la escuela como un aparato ideológico del Estado, nos damos cuenta que está muy relacionado con el proceso de comunicación en el cual la escuela es el emisor de una ideología, los maestros somos el canal y los alumnos son los receptores.

De esta forma es como se puede apreciar que la escuela no sólo produce mensajes, sino que reproduce signos y símbolos que emanan de un ente abstracto: el Estado. La ideología del gobierno en turno se transmite a través de la educación y por medio del lenguaje. Así es como podemos entender que actualmente, los términos en boga son “Autonomía curricular”, “Aprendizajes clave”, “Aprender a aprender”, “Evaluación docente”, “Educación de calidad” o “Nueva escuela mexicana” (¿?), por mencionar algunos términos que se han instalado en el vocabulario de los maestros.

La semiótica es una forma de observar qué se comunica más allá del lenguaje, ya sea verbal o no verbal. Es importante que los docentes leamos estos signos y símbolos que se presentan en la educación y en la sociedad, ya que en nosotros está la formación crítica o alienante de los nuevos ciudadanos. Entender la semiótica nos lleva a un plano de conciencia que nos permite elegir entre la imposición o la libertad: entre la enajenación o el raciocinio.


*Texto publicado parcialmente en el número 9, cuarta época, de la revista EmásA (enseñanza más aprendizaje) de la Escuela de Graduados de la Escuela Normal Superior "Profr. Moisés Sáenz Garza", de Monterrey N. L.


Bibliografía

DAVIS, Flora. La comunicación no verbal. Alianza Editores. 1971.

GUIRAUD, Pierre. La semiología. Ed. Siglo XXI. México. 1992. 

DE SAUSSURE, Ferdinand. Curso de lingüística general. Ed. Losada. Buenos Aires. 1945.


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